CUENTO "LA NIÑA Y EL PAYASO"

 

Dentro de la casa la fiesta estaba adornada con muchos colores, se veía un gran letrero de ¡feliz cumpleaños! En el centro de la sala y un pastel con dos velas sumando el número 10.

La niña Estephani que estaba cumpliendo años reía con su amiga Natalia, mientras esperaban ansiosas la llegada de sus invitados y por supuesto del payaso.

Natalia y Estephani recordaban los payasos de años pasados; Todos fueron contratados por la mamá de Estephani; carcajeaban recordando sus chistes, sus espectáculos.

Recuerdas que el payaso del otro año bailaba con un perrito salchicha. Dijo Natalia.
Ah, si, que risa, el pobre payaso no le podía coger el paso al perrito. Replico Estephani.

Paso una hora entre conversaciones; así fueron llegando poco a poco los invitados, eran niños entre los siete y los doce años de edad, la mayoría ya habían estado en fiestas de años pasados. Completos los invitados eran 20 niños y 15 adultos todos reían y esperaban la entrada triunfal del payaso de este año.


Un hombre de piel canela y cuerpo lánguido, se encontraba fuera de la casa a donde era la fiesta, dudaba entre tocar o irse, pero luego de secarse el sudor de su cara con un pañuelo y levantar la cabeza procedió a tocar.

- ¿a su orden? Pregunto la madre de Estephani al abrirle la puerta.
- Buenas tardes señora mi nombre es Raúl montes yo soy el payaso que llamaron para animar la fiesta. Respondió el hombre
- Ah, si, ¿Cómo ha estado señor Raúl? Siga bien pueda, los niños y en especial estephani lo están esperando con mucha ansiedad.
- No se preocupe la risa es mi regalo y los niños el alimento.
- Si lo sé; me dijo una amiga que usted es un payaso excelente y por eso lo he llamado, si hace un buen trabajo lo tendremos en cuenta para el próximo cumpleaños de Estephani.
- Gracias señora, pero bueno a la ¡acción! para ganarme ese privilegio. Concédame un lugar para maquillarme y vestirme y en unos minutos estaré con ustedes.
Así, fue que Raúl procedió a entrar observando bastante la casa, comparada con la suya hecha en bahareque, esa era una mansión.
Natalia mirando fijamente a Estephani pregunto:
- ¿y como se llama el payasito de este año?
- Ticolin, mi mama me dijo que le decían Ticolin.
- Es un nombre extraño.

- Pero de seguro nos hará reír como nunca pues una amiga de la oficina de mi mama lo recomendó muy bien.
Natalia pensativa por el interés de Estephani en los payasos pregunto:
- ¿Por qué te gustan tanto los payasos?
- La verdad es por que quiero que alguna ves vuelva mi payaso preferido.
- ¿tu payaso preferido?
Natalia no sabia muy bien de que payaso hablaba Estephani pues aunque desde los cuatro años en sus fiestas Estephani siempre había tenido payaso, nunca había hablado de uno preferido, pero recordó a uno, el que había animado en la fiesta de los seis años de su amiga.
- De seguro fue Chispita, cuando cumpliste seis.
- No ese no; mi payaso preferido, era uno que alcanzo a recordar muy bien, Cuando era pequeña más o menos cuando tenía tres años, en mi mente vive el recuerdo de la cara de un payaso que me hacía muecas, jugaba conmigo intentando que yo no llorara, siempre me hacía reír lanzándome una pelota de pin pon en la cabeza, se reía a carcajadas y eso pues a mí también me hacía reír mucho. Recuerdo que una vez me lanzo la pelota y yo la esquive, la pelota cayó a la orilla de un riachuelo, entonces él corrió para que no cayera sobre el agua, al tratarla de alcanzar resbalo, y cayendo sobre el riachuelo quedo mojado completamente haciéndose un bigote en su cara de puro lodo.

Natalia se rio instantáneamente.
- ¿y para dónde se fue ese payaso?
- No sé; pero recuerdo que estábamos fuera de esta casa, él me miraba con gran tristeza, a lo cual yo lo miraba extrañada, me dijo que me dejaba donde mi madre, él se despedía con una lágrima que hacia que su maquillaje se corriera.
Debe ser muy raro ver a un payaso llorando
Si, es muy triste, en especial cuando lo quieres tanto como yo lo quería a él, a veces pienso que fue tan solo un sueño de mi infancia, pero es que era tan real.

De repente salio al salón de la fiesta un payaso vestido de camisa blanca y overol rojo, zapatones de color amarillo y una gran nariz pintada de rojo; el público aplaudió con entusiasmo, la gente espero que el payaso saludara, pero este estaba estático y no hacia más que mirar a Estephani y a Natalia. Los niños en silencio esperaban, la situación se tornó muy incomoda y más cuando Estephani miro al payaso con furia y le reclamo con un gesto, que comenzara, pero Ticolin seguía sin moverse al contrario derramo dos lagrimas que no pudo contener, varios niños al ver así al payaso de lástima lloraron también.

Raúl ahora representando al payaso Ticolin recordaba aquella casa; hace siete años en el andén de la calle había pasado el momento más difícil de su vida. Su esposa se había marchado dejando una nota en su cama de despedida, aduciendo que no podía soportar más a un payaso como esposo en la miseria y a una niña caprichosa y berrinchuda.

Durante varios días intento con su poca experiencia atender a la pequeña niña de tres años, la cual lloraba por horas. El intento durante un mes seguir su labor artística resultándole imposible pues no tenía con quien dejar a la niña, su ignorancia frente a como ser madre y padre a la ves fue tan extrema que renuncio un día, pues no quería que su hija viviera una vida miserable como la de él, así que la dejo en la puerta de la casa donde ahora le correspondía animar, aquello lo tenía bloqueado mentalmente en el momento de su espectáculo.

Ticolin no soporto más la vergüenza y corrió hasta la puerta de salida; Estephani enfurecida corrió a seguirlo, gritándole por la calle:

- ¡Escucha payaso!, venias a hacernos reír, y tus lagrimas lo que provocaron fue llanto en mis invitados, ¡eres un fracasado, deberías dedicarte a otra cosa!
Raúl paro y saco de su bolsillo una pelota de pin pon, la lanzo enseguida por los aires así llegando a la cabeza de Estephani. Al principio lo sintió como una falta de respeto, de tal manera que corrió hacia el payaso, varios invitados salieron a ver que sucedía mientras veían como Estephani y el payaso se veían frente a frente.

Raúl sonrió, y ella se dio cuenta de lo que sucedía, inmediatamente rodó por su mejilla una lagrima sonriéndole al payaso.

Estephani pronuncio:

- has vuelto ¿dime quien eres?

Ticolin quería abrazar a su hija, darle un abrazo como se lo había imaginado por siete años en las noches, el remordimiento lo había perseguido todo ese tiempo, pero al ver su hija tan feliz y con tantas comodidades en su nuevo hogar solo supo decir:

- Te pegue con esa pelota para que respetes a los artistas.

El payaso con dignidad recogió la pelota y camino alejándose con su maleta. Entonces Estephani vio al payaso alejarse, confirmando en su pensamiento que aquel payaso preferido que tuvo de muy niña solo fue un sueño de la infancia.

FIN

escrito por

Roberto Andres Lozano

año 2007

DERECHOS DE AUTOR #353- Colombia

"UNA LUCHA CONSTANTE POR PROMOVER LAS ARTES ESCÉNICAS EN NUESTRA SOCIEDAD"